Las láminas galvanizadas se caracterizan por llevar una cubierta de zinc en su superficie, para prevenir la corrosión lo cual ayuda a prolongar el tiempo de vida de la lámina de acero galvanizado. Es un material de gran utilidad para la construcción de naves industriales, silos, graneros, entre otras aplicaciones arquitectónicas, pues tiene un alto nivel de reflexión al calor y un acabado más estético.
Gracias a su proceso de galvanizado por inmersión en caliente, evita la corrosión que puede ser causada por la exposición de la lámina con otro tipo de metales en presencia de un electrolito, o la forma más común, que es a la exposición directa al oxígeno o al agua. El proceso químico que se lleva a cabo posterior a la galvanización de la lámina de acero anticorrosivo es el siguiente:
- Su recubrimiento de zinc reacciona al oxígeno y crea óxido de zinc
- El óxido de zinc reacciona con el agua y produce hidróxido de zinc
- Después el hidróxido de zinc reacciona con el dióxido de carbono
- Finalmente el carbonato de zinc con todas las reacciones forma una capa gris
Esta barrera de color gris que destaca en este material, es la que ayuda a que la hoja de lámina galvanizada tenga mayor resistencia a agentes externos que puedan deshacerla o deteriorarla, disminuyendo la reacción del zinc y así proteger el acero de manera óptima.